Elaborar:
Acepción 1. Transformar una cosa u obtener un producto por medio de un trabajo adecuado. Acepción 2. Idea o inventar algo complejo.
Así define el diccionario de la Real Academia Española de la Lengua ‘elaborar’, una palabra que en el imaginario popular transmite sensación de calma, de trabajo hecho sin prisas. Elaborar no es lo mismo que Hacer, por mucho que el resultado final pueda parecerlo.
En el mundo de la cerveza, no es lo mismo ‘elaborar’ que ‘producir’ o ‘fabricar’. La cerveza artesana se elabora. Es un trabajo casi de orfebre, pero en el que es necesario apostar por la innovación para adecuarse a los tiempos que vivimos.
Elaborar cerveza artesana es un arte que exige de un ritual. Primero están los ingredientes, innegociables: agua, malta, lúpulo y levadura. Son los cuatro elementos que componen el ‘arte final’.
La cerveza es agua en un 90%. Es un ingrediente básico. La malta es cebada germinada en la mayoría de los casos, aunque se pueden utilizar otros cereales siempre y cuando sean ‘malteables’. Después está el lúpulo, un convidado imprescindible cuando elaboramos la cerveza y que es el ingrediente que va a conferir el amargor y el aroma que tenemos ideado en nuestra cabeza de maestros cerveceros. Y, finalmente, la levadura, el microorganismo que posibilitará el proceso ‘alquímico‘ que permitirá la fermentación; la transformación de los azúcares en alcohol y anhídrido carbónico.
Agua, malta, lúpulo y levadura son el ‘hardware’ de la cerveza. Lo deseable es obtenerlos de ‘kilómetro 0’. La denominación de origen de los productos es básica para incrementar la calidad, para reducir la huella ecológica, para fomentar el trabajo local, para colaborar con el entorno…
Es el momento de comenzar a elaborar con paciencia y sin prisa. Un proceso con los pasos muy marcados, pero en el que cada maestro cervecero pone su toque para conseguir una cerveza distinta, personal, con acento. Todo es cerveza, pero no toda la cerveza es igual. En el mundo de las artesanas, esta máxima es casi un dogma.
El primer paso para alcanzar la meta es la molienda, un proceso al que se somete a la malta antes de comenzar su maceración, que nos debe llevar hasta la obtención de un mosto de cerveza extremadamente dulce y que es el primer escalón fundamental en el arte de elaborar cerveza. La maceración se efectúa a altas temperaturas. El mosto de cerveza que obtenemos de esta labor es perfectamente bebible.
Es el momento de filtrar esta líquido hiperdulce que se ha obtenido con el objetivo de limpiarlo de impurezas. Es también la hora de añadir el lúpulo, de la cocción y separación del lúpulo con el whirpool. El tiempo de cocción dependerá de la receta cervecera y de los matices de amargor y aroma que el ‘hacedor‘ quiera obtener.
La segunda etapa del proceso es la fermentación. Al mosto de cerveza se le añade la levadura, un inyectado que se realiza a baja temperatura y que convertirá los tanques en una ‘caldera’ con el paso de los días, cuando los microrganismos estén en plena labor de fermentación.
Según la receta de cada maestro cervecero se habla de cervezas tipo ALE (donde la levadura actúa a alta temperatura y se acumulan en la parte alta de la tolva) o Lager o de fermentación baja, que es lo contrario de la ALE. Las levaduras ‘trabajan’ a baja temperatura y se depositan en los fondos de los tanques. Cada maestrillo tiene su librillo, dice el viejo refrán castellano, y en el tema de las levaduras más que nunca, ya que también se puede apostar por la ‘fermentación espontánea‘, que no es otra cosa que no añadir ningún tipo de levadura para que sea la acción de la levadura salvaje la que realice el proceso de fermentación en los tanques dejados abiertos para tal fin. Es una forma de elaborar casi exclusiva de Bélgica. El proceso de fermentación también depende de la receta de cada maestro.
La recta final para tener la cerveza lista para consumir es el filtro, o no, de la cerveza obtenida (un debate siempre abierto en el segmento de las cervezas artesanas), embotellarla y chaparla. En este tramo final es importante mantener la cerveza casi como si en un ‘sancta santorum‘ se tratara. Es clave evitar la contaminación externa. Para ello, el proceso debe ser completamente hermético si no queremos dar al traste con todo el trabajo.
El proceso de elaboración estará listo. Sólo quedará disfrutar de una cerveza artesana elaborada tal como señala la receta de cada maestro cervecero. Un arte que hay que apreciar como lo que es: un trabajo de “orfebrería”, precisión y, también, innovación.